En Kassel, la Documenta. No sacamos tantas fotos ni vamos a ocupar preciado espacio ciberespacial con mil fotos de arte. Va solamente una finísima selección, caras y caretas.
Una chica que hizo millones de copas de sus cuadernos íntimos, y puso a gente a pasear con frases extraídas de ahí.
la verdad de la schintzel: para estar en la documenta tenés que ser pakistaní, hijo de un ex soldado de kasajistán que viajó a mongolia y hacés obras sobre el sida en la transhomosexualidad de tu infancia en la problemática ruanda. seh. acá, una palestina que sacó fotos de libros en la biblioteca de israel. ajá.
esto era así, pero bueno. difícil de explicar, digamos que lo que hay en la mesa son piedras talladas en forma de libros, que habían sido destruidos. Espectacular, esto.
No todo es solemne. Acá, un viejo genio y su batería loca.
Nos llovió bastante en kaselito.
Ah, pero esto lo puede hacer mi nene!
Parabrisas que rezan.
Pistones que giran.
Un avión gigante hecho con miles de fotocopias de aviones pequeñitos.
Uno de los hits: unos 15 metros de recortes de la revista life.
Un taller para descargar la ira.
El che guevara.
En la documenta estuvimos con Martu y santi. Acá, paseando por el karlsaue park. Cada uno tenía un trabajo específico.
Agus leía las explicaciones de cada obra.
Santi sacaba las fotos.
Y Martu, bueno, Martu.
Dos postales del Karlsaue Park: las chichis escalando la nada.
Y el ganso haciendo lo que muchos querrían.
Animales en peligro de extinción, hechos con trajes camuflados del ejército del país donde vive ese animal.
El momento patriótico. La mejor obra de la documenta fue lejos la instalación de esculturas del argentino Villar Rojas. Ruinas retrofuturistas de una arcilla en decadencia, en unas terrazas de ruinas asaltadas por la naturaleza. Belleza total.
La obra, espectacular, a lo largo de unas 5 o 6 terrazas, terminaba con este chico con pitito,
que le dice dale dale nena, y ella dice no, sali de acá con ese chizito.
Y ahora, el momento hipster. En otra parte de la ciudad, unos artistas de Chicago, que en su ciudad natal habían reconstruido un edificio en ruinas para convertirlo en centro cultural, restauran acá la bombardeada Casa de los Hugonotes, con una calidad artesanal y una onda increible. El patio trasero, donde estaba además la entrada a la espectacular performance de Tino Seghal, era el punto de encuentro hipster de la por otra parte bastante cheta Documenta.
La Documenta tuvo esta vez un montón de sedes alternativas. Como el Ottoneum, museo de ciencia y astronomía, que tenía una muestra de un pionero de la electrónica y la musica digital experimental. Acá, un sintetizador para 4 personas, que funciona tocando de distintas maneras al de al lado. Hot.
O, como el Hautbanhof, la ex estacion central, donde entre las mil cosas destacables les mostramos esta planta textil 1:1, toda en madera:
Y con eso nos despedimos de la bonita e intensa Kassel.





































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