23 jun 2012

dos días en viena nunca vienen nada mal

Pedimos disculpas a nuestros seguidores por nuestra ausencia, y los recompensamos con un doble post. Los últimos dos días fueron los mejores.

Walker es futbolero y, según sus palabras, con cada gol se pone "sentimental". Vimos Inglaterra - Ucrania en su casa. A Laurie le importaba muchísimo el partido, y por eso se puso debajo de la proyección, a sacar fotos de nuestro sufrimiento.

a pasitos de la casa de Walker, nos encontramos con bruce, que nos dijo: "for a relaxing time, make it a sobieski time". Agus se la pasó buscando a scarlett, sin éxito.

Fuimos al museo Hundertwasser, y a la vivienda social que construyó. También vimos de lejos la planta de tratamiento de residuos que remodeló. Agustín dice que se acordó mucho de su tía barilochense. Y el amigo porteño julián, habitué del museo, nos dijo que los muy europeos amigos del minimalismo (de esos sobran, en viena) lo detestan, por kitsch. Pero nosotros pensamos que en una ciudad tan llena de monumentales edificios rectangulares, modernisto(bostezo)funcionalistas, un delirio así es casi que necesario.














Hundertwasser no es kitsch, es hermoso. Esto sí que es kitsch.
Vale decir también, con respecto al mal gusto para turistas, que de las 4 o 5 exposiciones de Klimt que vimos, una de las que más nos gustó, en el museo de Viena, fue una que incluía una parte dedicada al merchandising. Habían hecho una convocatoria en la que invitaban a la gente a mandar fotos de los souvenirs más kitsch que vieran. El ganador (y nosotros estamos muy de acuerdo con la decisión): un increible huevo-caja musical decoradísimo hasta los huevos /jua/, que en su interior tenía una figurita de la pareja de "el beso", girando al son de "falling in love with you" de elvis. 

Para terminar con este topic: I'm a real artist.

De Hundertwasser pasamos, luego de un caluroso viaje en las bicicletas del sistema Citybike (muy bueno), al museo de ciencias naturales de Viena, uno de los mejores del mundo según dicen. El emperador nosécuánto compró 3000 de las piezas a nosequién. Y además está el perrito de María Teresa. Embalsamado. 










Una cuestión de tamaño!









Laurie gusta de las edificaciones palaciegas. Y se prepara para un futuro reinado.

A Agus, en cambio, le alcanza con recordar su infancia taxidermista.


Ayy, también tenía uno de esos.



Un cartel en la entrada a una de las salas. A los vieneses le gustan tanto los helados que hay que ser específicos... En Bratislava parece que también, en los colectivos hay carteles de prohibido entrar con helados.



El año klimt llegó también al museo de ciencias naturales.


Ojo que en Viena el kitsch no para. El museo también tenía esto:

Y, en otra sala, una exposición en la que un artista de supuesto renombre mezclaba piezas de la colección del museo con otras cosas. Saquen conclusiones.



El shop del museo tenía lo suyo, también. Dientes de dinosaurio, 12 euritos.

Ah. En el museo está la venus de willendorf, famosa figura superprimitiva. bien.

A la salida del museo, agus perdió sus anteojos de sol. Y la congoja se apoderó de él.

Por suerte, la congoja duraría poco. La siguiente parada fue el WUK, una especie de Matienzo después de 30 años de experiencia. Un edificio que supo ser escuela, que fue ocupado hace 3 décadas. La ocupación se resolvió con la cesión del espacio a esta organización, que comenzó con un proyecto cultural independiente (aunque subsidiado en gran medida por el estado) que hoy es ya mítico en la ciudad. Actualmente, el WUK se organiza en dos grandes columnas: por un lado, una estructura corporativa, con "empleados" directamente contratados por el WUK, que programan recitales, obras de teatro y otros eventos (con un perfil demasiado comercial, critican algunos). Y, por otro lado, una serie (seguramente no infinita pero sin duda enorme) de organizaciones independientes, a quienes el WUK les cede espacios. Es así que hay galerías de arte, proyectos educativos, ateliers de artistas, talleres de reparación de bicis y motos, radio, "discotecas" y mil etcéteras de lo más bizarras y diversas. Todo esto en un edificio hermoso con un espacio abierto muy amigable, con gente de todas las edades. Veanlo por ustedes mismos.




Agus se puso soñador.

Y Laurie, encantadora.


el bar techado.


la radio.



Ésta es la fotogalería, un espacio de arte muy interesante, que tiene más de 20 años ininterrumpidos. Susanne, una de las curadoras, nos regaló 7 libros publicados por ellos mismos (bancados por el estado, igual que su sueldo, hay que decirlo), después de que le llenáramos la cabeza de palabras durante casi una hora. Aprovechamos para reiterar, ahora por este medio, el deseo soltado al aire de hacer un intercambio Matienzo/fotogalería del WUK.


Laurie en la barra de atrás, con los libros. No llevamos ni un mes en Europa y ya tenemos un sobrepeso en cada valija que...


Como ven, en cada parte del edificio hay escaleras que llevan a pasillos largos, donde en cada rincón se descubre todo el universo WUK.

Por ejemplo, nos encontramos con esta vernissage. Donde, por supuesto, nos hicimos los boludos y nos clavamos un champucito vienés.

O, por ejemplo, encontramos estas oficinas a cual más rara:


Cuando cayó la tarde nos fuimos del WUK. Pero la aventura cultural no terminaría ahí. Esa misma noche, Walker nos llevó a una ex fábrica de hebillas y cosas de metal, que en su momento fuera apropiada por los nazis (y luego devuelta a sus dueños originales por el gobierno socialista de posguerra). Hace dos años, la loca linda de Hannah se hizo cargo del lugar, sacó unas cuantas toneladas (sí, toneladas) de basura, limpió y pintó todo, y convirtió el lugar en un espacio de arte independiente, de esos a los que sólo van los que saben qué puerta tocar. La exposición dejaba mucho que desear, pero la velada fue apasionante, y la vuelta en bici bajo la lluvia finita y la luna austríaca, en compañía de Walker y Hannah, hermosa.

Al día siguiente tuvimos nuestra cuota comunista. Día libre para Walker, nos teñimos los 3 de rojo, tomamos nuestras bicis y bordeamos todo el canal del danubio (la parte más bella del río, con árboles, puentes graffiteados y una larguísima senda pavimentada para correr o andar en bici o monopatín -muy de moda por estos lares-) hasta llegar al Karl-Marx-Hof, la supervivienda social más monumental de Viena, un complejo de varias hectáreas construido por el estado rojo entre 1929 y 1933. El complejo contaba con duchas compartidas, una lavandería comunitaria, dos jardines de infantes, entre otras cosas antes impensadas para la clase trabajadora. Mucho de eso sigue funcionando, la gente que vive ahí (en sus 1500 departamentos) sigue lavando la ropa en la lavandería comunitaria. Las duchas, en cambio, son ahora el museo de la "Viena roja", en donde vimos cómo ese lugar fue escenario de los combates entre los nazis y la resistencia comunista.


En la entrada principal, cuatro estatuas representan las cuatro cosas más importantes para los trabajadores: la ilustración, la libertad, la cultura del cuerpo, y el cuidado del otro.





En el museo descubrimos que el filósofo Fernandito Lasalle, responsable del nombre de la calle donde nos alojamos, era el papá de Gokú.

El último atardecer en Viena lo pasamos junto a Walker en una zona de muelles públicos sobre un brazo del Danubio. No nos quejamos.


nado sincronizado.

Walker tiene la uña mocha por el futbol, y se la pinta cada día de un color. So metrosexual.

Nos despedimos de Viena con la putifoto. Nos vemos en Praga!

2 comentarios:

Machu dijo...

oh siii!! vieron un Haeckel original en el museo?? me muero muertaaa!!!
PD: que diosa que es mi prima!

Anónimo dijo...

Que genialidad geniaaaal! Todo increíble prima querida! Morí con Walker jajaja y espero por más. Un bessso

Agus Esteves

Publicar un comentario

 
 
colección czech jais